con el don de la sanación, una habilidad mi
andro, un hombre moribundo al que debía "cu
ilagro que revivió la esperanza d
mesa de ser Princesa Heredera
brazos, Alejandro los arrebató y, ante mis ojos horr
mi gente ardiendo viva en mi aldea, un fuego
ijos devorados grabada en mi retina, pregunt
o, des
lón de Audiencias de la Emperatriz, enfrentando la misma pregunta sob