nunca llegaría a las mesas. Estaba de pie en un rincón, observando el caos que empezaba a bullir, un murmullo de desconten
había vivido
a otra vida, corrí como una loca para intentar solucionar el problema que mi esposo, Ricardo Morales, había creado. Él, el chef estrella, hab
cesita esto", me había dicho con esa conv
eí. O quis
ó mi abuela, todo para intentar tapar el agujero financiero y salvar su reputación. ¿Y qué recibí a cambio? Desprecio. Cuando ya no le servía, me desechó co
tido, el mismo zumbido en mis oídos. El aire aún olía
iba a mover un
todo el salón, y cuando me encontraron, su rostro se contrajo en una mueca de puro desdén.
ofí
era un
¿No ves este desastre?
uerdo de todas las veces que había usado esa misma fuerza para controlarme. En mi vida anterior,
muerto de neumonía en
ndo cómo el miedo que antes me paraliza
pregunté, mi voz
n. "Hablé con Valeria. Se siente muy mal, su condición empeoró. Tuve que enviarle la
", dije s
fragilidad, una máscara que había usado durante años para sobreviv
Pero... no me siento bien. Me
oltando mi braz
te necesito! ¿De qué me sirv
da, llamar a su amada Valeria y contarle cómo su
a nuestro alrededor se hicieron más fuertes.
so chef Morales?
nantes. Esto es para niños con
su esposa en públi
ior, estas mismas palabras me habían causado una humilla
roblema. Mi problema, mi futuro, estaba en otra parte del sa
mando
o destruir un restaurante. En mi vida anterior, él había sido uno de los más vocales en
erto por una fina capa de sudor. Se tambaleó ligeramente, apoyándose en una de las mesas vacías.
o sí l
nocer las hierbas en el campo. "Cada planta tiene su propósito,
supe exactamente lo
Consistía en construirme a mí misma sobre sus ruin