taba el volante, llevando medicinas a Ricardo, mi prom
me lanzaron al infierno: el auto patinó, se reto
diendo ayuda, mi voz un susurro tembloroso: "Ricardo, ayú
distante, no la de un prometido preocupado: "Entendido
que colgar. El hijo de Camila no deja de llorar, l
e allí, ardiendo
resonaron como un rayo: "¿Cómo puedes dejar a tu prometida, que está esper
do, intentaba justificarse: "El niño tiene fiebre, capitán. Camila está so
a que estaría a salvo" con otros, priorizando a
irmó la tragedia: "Debido al estrés tr
irritada respondió: "¿Qué quieres ahora
a de Camila en el fondo, "Ricky, mi amor, ¿c
o que mi monitor cardíaco pitara frenét
bía pedido el día libre para estar con C
Camila y Leo sonriendo, con una fecha de hace seis mese
no fue un error, sin
ras yo sentía cómo la vida de nuestro hijo se me escapaba entre las
iendo eso solo para herirlo!" y Ricard
r. Fue una elección. Y tú elegi
teléfono y se lo e
nzaba en San Miguel, un pueblo tran