a garganta seca por el polvo y el miedo. "
camisa, la última y patética esperanza de q
o, quise creer que veía una chi
o habí
n movimiento brusco, como s
ijo, su voz era un murmullo bajo y
gre, que nos observaba co
ijo mi padre. "
moretones que seguramente Ricardo me había dejado en los bra
, comentó El Tigre, su vo
suró a decir Ricardo, con una sonrisa nerviosa que
lminante a mi hermano, una orde
, como si estuviera hablando de
miedo. Me estaban vendiendo, y mi propio padre estaba actuando co
mirando a mi hermano. "Ricardo, tú no puede
eca y fea que no se parecí
amilia que nos abandonó para vivir como una p
aron más fuerte que c
é" , tartamudeé, la verdad sonando d
to finalmente saliendo a la superficie, crudo y venenoso. "Mientras tú tenías ropa cara y comi
az, no deseado,
a de lujos, mientras mi padre adoptivo, Arturo, le disparaba a un hombre
spués, limpiándose la sangre de la mano con un pañuelo de seda. "El
n cada esquina, la sonrisa posesiva de mi hermano adoptivo, Ma
ra una jaula de oro. Una
las lágrimas volviendo a brotar, calie
o un cuchillo. "Nos debes. Todo este tiempo, mientras
tel habían sido una especie de golpe de suerte para mí, un golpe de suerte del qu
oz quebrándose. "A cualquier otro lugar,
volver a ser lo que era.
ltó una car
vuelta. Dicen que te extrañan" . Su tono era burlón,
sonó como una se
ndome hacia El Tigre, el hombre sin rost
firme. "No sabe quién soy yo. Si me lleva adentro, su j
da, una mínima expresión de curiosida
icardo me agarró por detrás, tapándome
is forcejeos ahogados. "El sol le
tió, confirma
o, su voz teñida de impacie
i a mi padre darle la espalda a su propia hija y caminar d