mportante del año en la industria de la moda, un evento benéfico donde los nombres más grandes se reunían para ver y ser vistos. Sostenía una copa de champán, el l
cosido con mis propias manos durante meses. El velo de encaje que mi madre había usado, cubriendo mi rostro sonri
staba Sofía, mi asistente, mi supuesta amiga, con una sonrisa triunfante. Ricardo ni siquiera se molestó en hablarme e
asarme conti
s fueron se
es lo suficientemen
o en mis manos. Él ni siquiera me miró a los ojos.
so con
ego que me consumió ente
uien había abierto las puertas dobles del salón, y una ráfaga de
esión de arrogancia forzada que no lograba ocultar la desesperación en sus ojos. Sofía, colgada de su brazo, llevaba un vestido rojo dema
icho que la empresa textil de Ricardo estaba al borde de la quiebra. Probablemente estaba
Una sonrisa torcida se dibujó en el rostro de Ricardo. Se soltó de Sofía y c
miren a quién
lo suficientemente alto para
ban entrar a la servidumbr
iéndose en mi sencillo pero elegante ves
er trapitos? Supongo que al
lencio, sus miradas curiosas moviéndose entre no
años que se desmoronaba con una palabra cruel. El dolor que él me ca
mucho más de lo que me sentía por dentro.
risa seca,
cambio tú... sigues siendo la misma costu
do y pasando un brazo posesivo por su
dulzura falsa. "Pobre Elena, mírala. Debe ser mu
tropezó ligeramente y derramó el contenido de su copa
exclamó, aunque sus oj
a. El murmullo de la multitud creció. La humillación era pública, del