y la humedad, se abrió de un golpe seco que h
onaban por completo con la miseria de mi antiguo hogar. Traía la misma arrog
! Sé que estás aquí. ¡De
equeña sala, golpeand
l sonido, sus ojos eran dos cuencas oscuras y vacías, la piel sanada sobre la nada. La ce
preguntó con una voz temblorosa, af
a, un sonido que me heló el a
etido de Sofía. Dígale que salga, Daniela quiere verla. Hoy e
si fuera una ofrenda de paz, per
ío. Lo había recordado, después
aron a brotar de sus ojos vacíos, surcando l
Sofía?" su voz se quebró. "Mi Sofía... m
el ceño, su paci
e Sofía es experta en montar escenas para llamar la aten
. ¿Fallecida? ¿Yo? La palabra rebotaba en mi mente sin encontrar sentido. ¿Cómo podía e
i cuerpo no respondió. Mis manos atravesaron la pared desconchada.
no me abandonaba, la incapacidad de tocar, d
za de un huracán, una agonía si
r para mí. Sobre ella había una foto mía, sonriendo, y un plato con un tro
giendo tu propia muerte?" se burl
hizo añicos, esparciéndose como lágrimas secas. Luego, con la punta de su zapato de p
do levantarse. "¿Qué hace? ¡Es
hirvió. La rabia me consumió, una fu
una anciana ciega. Se acercó a ella
de está o j
que no está..." sollozaba m
ntó el pie y lo estampó con fue
uro y desgarrador l
ose el pie con manos temblorosas, el rostr
as veía al hombre que una vez amé torturar a mi madre indefensa. Est