d de la noche, despertán
ea me informó que Máximo Castillo había
río de la madrugada bogotana que se colaba
rte, un lugar de lujo y silencio que
e Máximo, escuché risas ahogadas
en camino", dijo Roy, uno de sus más cercanos.
una risa seca. "Claro que sí.
a, en los diez años de sacrificio que estaban a punt
El olor a antiséptico y
áximo me miraro
", se burló Roy. "¿Cómo llegaste
la cama. "Escuché que tuvist
a venda en la cabeza y un brazo enyesado
erido. ¿No decías que harí
igos r
e que nos entretenga
í, Lina. Un baile sensual. D
bor conocido, pero nunca dejaba de ser amargo. Sin embargo
dije con
ente. Sentía sus miradas lascivas sobre mí, despojándome de mi dignidad. Me consolé
esabrochar el último botón d
profundo desprecio. "Eres una
ómprame algo de comer. De ese restaurante
stallaron en
por los pasillos estériles, sintiendo el peso de s
mida, Máximo ya dormía.
silla junto a
urmuró un nombre
idieras... cancelaría l
un terror puro. Mi manda. Mi pacto con San Judas Tadeo. El 99
ndome a la imagen de Leon en su cama de h
amor de la infancia que terminó en una amarga ruptura. Mi compromis
rfecta. La chica humilde y deses
a mentira. Una actu
n hospital público, víctima de un conductor
ada, una manda a San Judas Tadeo,
ue conocía, Máximo Castillo. Soportaría diez años
sacrificio.
una cosa: el milagro
o final. El pago e