tro. Acepté su engaño con una devoci
un sacrificio necesario," le de
como una calculadora ejecutando el plan más important
cada fin de semana. Les preparaba su comida favorita, escuchaba las historias de mi su
abrazándome. "No sé qué haría Máximo s
hes hablando por teléfono en voz baja, sonriendo a la pantalla de su celular. Su amante, una joven pasante d
e renuncié a mi carrera en finanzas, había estado desviando sistemáticamente una pequeña parte de nuestros ingresos a una cuenta secreta a m
aría, actué mi papel a la perfección. Llo
ometo," me dijo él, con una lágrim
mila, él vació la cuenta conjunta. Dejó solo unos pocos
de llamadas diarias, besos a una Camila que no entendía por qué papá se iba por tanto tie
triados. El mismo usuario anónimo había publicado una nueva foto: d
: "¡A la nueva
rostro impasible. Él
braba la mía. El jueg