udad de México. Patrick Lawrence mantenía las manos firmes en el volante, su mente ya en el aeropuerto. Tenía que tomar un vuelo a
las sombras, mientras su esposa, Luciana Salazar, brillaba como la cara pública de "Sabor Imperial", el imperio gastronómico que él había construido desde
atrás sonó al unísono. Patrick frunció el ceño, molesto. El conductor del BMW, un joven con aspecto de gimnasio y sonrisa arrogante,
stía, el conductor parecía disfrutar provocándolo, zigzagueando frente a él, frenando sin motivo. Era un
W se detenía en un semáforo,
ia como "un pequeño capricho" para su aniversario. Le dijo que era para ella, un coche para moverse por la ciudad con el es
ario, era conducido por un desconocido q
áforo cambió a verde. El BMW aceleró, espe
de colección rugió con una potencia inesperada. En un movimiento calculad
ose fue seco y brutal, un punt