avier se contr
mos fuera", dijo, intent
é de un
s nada de
hacia la salida, pero yo
he ter
ró, sus ojos
ento, ¿vale? Fui un idiota. Lo arreglaré. T
¿Quieres decir, como cuando me mentías? ¿O como cuando m
era de acero. No había per
tó un grito agudo y s
do respirar!", jadeó,
ró hacia ell
! ¿Qué
acia mí, su rostr
a vas a matar!", me gritó,
n patética, que casi me dio pe
o, extendió una mano
mía ahora... Él me
de un salto y se
pués de casi matarla de un susto!", exigió,
rité, aferrándola c
", chilló Sofía desde el s
n el forcejeo, la mano de Javier golpeó la mía. La peineta
pareció
ido seco y definitivo que
e mi abuela yacía en
ncio fu
idaría. Una pequeña sonrisa de
tos, luego a mí. Su rostr
"Lo has destruido todo. S
tello de algo parecido al
Te compraré otra. La mejo
o a Sofía, la levantó en brazos como si fuera una princesa
írculo, mirando los restos de mi
risa histérica, rota, que venía
n cuidado, recogí el trozo más grande de la peineta. El t
mi palma, pero no sentí dolor. Era un dolor externo
lev
i lado, con lágr
nto tan
con la
tas. Acaba
línea. Busqué un vuelo. El primero que saliera de Se
el bi
inal. No había