a entró en el estudio mient
o la papelera de reciclaje de mi ordenador, llena de nue
Un par de días", mentí. "N
ó, aferrándose a mi brazo. "¡Podemos
ca en su cuello había empezado a desvanecerse, pero
ría creer mi mentira. Quería pensar que podí
l alivio inundó su rostro. "Está b
la esposa perfecta desde la distancia. Me enviaba fotos de sus comidas solitar
ría, para "demostrar que todo estaba bien". Escuché los mensajes de voz que me dej
a macabra. Yo no estaba en un viaje de trabajo. Estaba en un hotel a
mada en la otra línea. Era Sofía. La ignoré. Pero llamó una y ot
é. Solo
había contestado. Estaba habl
¡El estudio de Mateo es sagrado!", decía ell
esito! ¡Si me quisieras, me dejarías quedarme contigo! ¡Solo hasta que me recu
la respiración te
. "Pero solo por unas noches.
ú digas,
entro. El estudio que ella llamaba "sa
ti, mi amor. La casa se siente tan vacía sin ti. Te
ota, yo estaba en mi estudio
de seguridad que había instalado esa misma tarde. Entró con él,
ue ella se
invitados. Él dormía profunda
rí. Dentro, una foto. Una foto de él y Sofía, besándose. La misma escena
o pendrive. Idéntico al que
t
Conecté el pendr
yecto. No era
un v
trípode, en la esquina de un estudio de a
la imagen, est
ambigüedad. Era una gra
garganta. Corrí al baño y vomité. Vom
spejo. El hombre que me devolvía
. Lo guardé en la nube. Lo envié a
bró. Un mensaj
sión de Dubái. Pagan en efectivo. El con
a allá",
rás. La casa que había construido. La vid