nto de hadas personal, un refugio de la s
orzar a Mateo a un pacto retorcido para perpetuar su linaje con Isabe
isible en mi propio hogar, y mi madre me abofeteaba culpándome por una sup
sabela que su bebé era "nuestro hijo", y
stro hijo, una palabra que me atravesó dejándome un
y la crueldad de mi propia familia, a quienes le
te, transformándose en una determi
me dirigí a Sevilla, no para huir, sino para p