i cabeza. No fue la agresión física, ni el vestido manchado, ni
ó a su amante a mi costa. Sentí una humillación tan pro
do de una rabia helada. "¿Y cuál es tu nivel, Alejandro? ¿El
nto ni el lugar, Sofía". Se giró, puso un brazo protector sobre los
n el dorso de la mano. Él le acarició la mejilla. Un gesto de ternura,
acababa de pasar, fue como ver morir la úl
os de mi propio padre, fui a una comisaría y presenté una denuncia por agr
írculo, estas cosas no se hacen. Los trapos suc
ugiriendo sutilmente que estaba exagerando,
e impulsiva", me dijo una de ell
sangre en mi vestido y los cortes en mi mano fueran un simple inconveniente que debía resolv
presarial. Harta de la frialdad, de la indiferencia, de la humillación. Si él que
a. No preguntó cómo estaba. No mencio
a nueva filial internacional. Es una gran oportunidad", dijo, como s
comprar mi silencio. Comprar mi di
esto en un consejo?", pregunté, con u
ica, Sofía. Es un buen trato para todos. Cerram
qué? ¿A que sigas vi
screto. El error de Carla fue el escándalo, no la relación. Y francamente", añadió, mirándome de arri
, como si fuera una concesión magnánima. El vacío en mi interior se hizo inmens
nvitados, busqué el número de Mateo en mi teléfono.
queriendo
a fue casi
oy espe