ra susurraba
deroso como excéntrico, exigía que el famoso torero Javier envi
nso poder para destruir la carrera de Javi
arido, acept
crificio necesario pa
on todas mis fuerzas. Me aferré a él, le rogué
o me miró c
fancia, se ofreció a ir en mi lugar,
tó la vida. Un informe médico reveló
que nunca entendí, esperó. Esperó hasta
, provocó un "trágico accidente"
de Catalina. Sufrí un
ren
de esa vida grabados a fuego e
icó la noticia con su habitual
á bi
ado por mi calma. Espe
e de Don Alejandro llegará
stra habitación y empa
de época, negro y relucie
umbral, él con una expresión indescif
ndo atrás al hombre que me asesinó
z, no l
aría exactament