partamento en Madrid, el sile
a sido mi tortura, un recordat
ienzo en blanc
nador. Abro los archivos de las cámaras de
nía es
aciones. Semana a
í es
cama. En nuestro sofá. Bebie
de Navarra, con su foto en la mano, el corazón en un puño, pr
r mi garganta, c
llo
el ord
io. Abro el frigorífico. Sa
do. Picar, saltear, reducir
he, no cocino
ra afilar
llo contra la tabla
arando mi
sol entrando por la ventana,
isa en memori
ara la semana siguiente en una prestigiosa iglesia de Madrid
drilla de Javier, a sus amigos, a s
ieza a sonar ca
s mismos que brindab
a? ¿Cómo te
olver, desa
sus insultos se pier
ada de un número descono
ofí
una familia ganadera de prestigio. El hombre que apadrinó a Javier y
Qué so
Lo siento mucho, Sofía. Per
es grav
arecido. Está en Sevi
i voz firme. "Yo
al otro lado. Lu
ngo que esto no
icación en mi m
a
abella. No es un beso de amigos. Es un beso la
titud en mi voz es real. "Me has
ayudarte, Sofía. Ese miser
misa", le digo. "Qui
é", respond