, ocultando secretos entre los riscos. Asha se despertó con un sobresalto, aún con la sen
taba en su
luetas caminaban entre los abrigos de piedra que les servían de refugio. El aroma a tierra húmeda y
cado colgando como una rama muerta. Era más que una costra de obsidiana: ahora llegaba hasta el hombro, con vetas g
o, pero tampoco fingir que todo estaba bien. El p
rmuró Kael, antes
ragó s
empeo
vió hacia ella, Asha notó que una línea delgada de piedra cruzaba su
vista a su brazo derecho-. Sentí como si no me perte
ha de inmediato, demasiad
la v
rompían la quietud. Asha sintió una punzada de impotencia. Había sostenido la vida en sus manos, había revivido memorias mue
ti -dijo Kael, como si leyera sus pensamientos-. Que mientras lo
spondió Asha, con la voz m
ha pensó en la primera vez que lo vio, en los corredores del templo, cuando él era su carcelero y ella una pris
eguntó ella, ap
ó con la
olor. Es
a le heló
diato. Su tacto aún era cálido, aún era él. Se aferró a esa huma
sión-. Vamos a encontrar los fragmentos, vamos a reac
jo él con suavidad-. Por si ese mo
le ardía en la garganta. No quería promesas de muerte
do líneas sobre la roca con pigmentos naturales. Al verlos, se levant
ónde ha l
llo -dijo Ash
sorpresa. Solo confir
minerales puede ser útil. Hay registros antiguos sobre la obsidiana viviente.
propósito? -inquirió Asha, sintien
el lo protege, puede que él esté absorbiendo parte del fuego.
mirada perdida. Asha notó que no tocaba nada con el brazo
un silencio-. Las ancianas dicen que puede ser el acceso a una m
a antes de que Ka
. -murm
o. Si hay algo en esa grieta, algo que
La decisión ya
ó en silencio, mientras las brasas del fuego iluminaban su rostro con una luz oscilante. La piedra parecía avan
obre una roca, observando las estrellas, dibujan
a tiempo? -pregun
acer -respondió Lirien sin mirarla
opósito? ¿Converti
Algo que los Custodios temían tanto que intentaron ente
ro sabía que Lirien no hablaba desde la crueldad, sin
quiero ser
cidir cuándo arder..
e un estruendo lejano. Una grieta abr
es. Ardían con la misma promesa que llevaba en la palma de la mano: el
también sabía que cada paso hacia esa grieta era un paso hacia a
erlos