rcer cumpleañ
familiar, el humo llenaba mis pulmones. Mi marido, Sant
ijo su voz, distorsionada por las llamas,
tor borracho tres años antes. Huyó angustiada después de que nuestra
í, por existir. A
mi hermano Javier. Desesperado por verme feliz, drogó a Santiago, su
monio por obligación y un
madera vieja era el perfume de mi muerte. Abracé a Lucía, q
del final, s
s ojos
No había humo.
ido de la fiesta de la vendimia de hace una década
tiró de
dame... hac
ado en la cama, con la camisa desab
ngre. Era la misma noch
lo había vu
. No. No otra vez. No vivi
mis fuerzas, haciénd
élta
dido y drogado,
nto que casi no podía marcar. Busqué el número de Valeria R
do tono, su voz sonaba
ant
mi voz un susurro ronc
, escuchando s
en la suite principal de la bodega Va
de que pudi
bía puesto en mi copa empezó a subir por mi cuerpo.
e salir
El aire fresco de la noche no era suficiente. Necesi
groño. Conduje como una autóma
lub de Puros Castillo". Un
ía a cuero y tabaco caro. Un hombre elegante es
buceé, sintiendo que el
un regalo de mi padre, y
tuyo. Pero
jos oscuros e intensos. Me miró con
me aferré a su camisa. El calo
fav
sperado, torpe, una forma
no en mi nuca, sujetándome con firmeza.
ido", dijo. "No