e aferraba a mis huesos, un recu
a ganado un lugar de honor en El Sol Culinario,
a" de nuestra clase,
nal. Es por la unidad de la clase. No
brillaban con una malicia que yo
ella. Conf
té mi obra maestra. Sofía
del consejo directivo, interca
n fue cero. Mi
la cocina, se comprometió con Ricardo, el h
una tramposa, un
e, Sofía y su lacayo, Mateo, me encerraron
on el eco de sus risas
no me dio otr
día antes del
que me hizo temblar. Esta vez, con
extraña incluso para mí. "Ya tengo mi lugar asegurado. N
de que pudi
iva la e
ada. Mateo y dos compañeros más ir
" gruñó Mateo, agarrándome del br
ieron en un coche y me lleva
e trabajo impecable. Sobre la encimera, una botella de aceite de o
nrisa era una máscara
iaste de opinión. Sabía
que una vez sentí había sido reemplazado p
i voz resonando en el silencio te