artista de Madrid con el corazón roto y aires de grandeza. Isabella, su
ncilla. Mis padres lo acogieron como a un hijo. Le ayudé a montar un pequeño estudio
a la superó. Hablaba de ella en sueños, guardaba sus fotos, idealizaba su pa
ña. Una alegría forzada que no llegaba a sus ojos. Ahora en
tejía patucos de lana, mi padre le hablaba a mi vientre, contándole historia
uerte" , decía, con una sonrisa
on su falso diagnóstico de infertilidad, le exigía la prueba de amor defi
pió. Llamé a mis padres desde el centro de salud, con la voz quebrada. Les cont
e, Sofía,
n la cabeza. Mi padre yacía en su sillón, con los ojo
. Yo intenté detenerla, pero fue demasiado rápido. Un traspié, un gri
cina de mis padres, una casa ahora llena de silencio y mu
s una tragedia, un terrible accidente. Pero lo del
del olor a cera de velas y flores de velatorio, el amor que sentía por él murió
garía por lo q