edra gris en lo alto de una montaña, rodeada de niebla y silencio. Las monjas no llevaban
legar, nos
uperiora, una mujer alta y huesuda con ojos pequeñ
continuó la Madre Superiora, "aprenderás a domar ese espíritu salv
ama de madera, un cubo y una pequeña vent
que mis rodillas sangraban, servir a "benefactores" adinerados que visitaban el convento y me
ome a servir a un hombre que intentó
a puerta de mi celda, es
te, la Madre Superi
que tú te comportes mal, él pagará. Cada palabra fuera de lugar,
do que nunca antes había sentido. Por mí, po
i cabeza siempre gacha, mi voz un s
de mi celda, movía los dedos de los pies, imaginando el tablao,
erían romperm
ial. La Madre Superiora me dio un vesti
portante viene a vert
ses. Seis meses sin verle, si
su lado, radiante con un vestido carísimo. Detrás
i fuera una expos
on orgullo. "Completam
abajo con desprecio. "Sí
egalo de aniversario de Mateo, se sentía frío contra mi piel. No sabía que dentro de esa pieza de plata, un pequeño d
servirles, "pide perdón a Sofía. Por tu
ía que hacer par
rrod
el suelo de piedra. Una, dos, tres ve
abor de la sangre en mi boc
stro mostraba una extraña inquietud. Sofía,