de la explosión todavía retumbando en mis oídos. La
La sangre manchaba su ropa y la tierra a su alrededor. Estaba consciente, s
me duele
s, su cuerpo tan frágil, tan caliente. Saqué mi
a era real!" , grité, la des
Mateo de fondo, susurrándole alg
petardo, Mateo me lo ha dicho. S
stá sangrando! ¡Nece
o, estoy embarazada. De Mateo, claro. Un heredero de verdad. Así que, si
lg
rí hacia la carretera rural, una franja de asfalto solitaria entre los viñedos. Un repartidor
l, por favor!
da velocidad, mientras yo le susurraba a
volvió. Un médico me apartó
e. Las heridas inte
e que habe
aire. "El doctor Varela. Vino para una consulta privada con un bodeguero importante
za. Una locura, pero