redera de las tierras de mi padre en Perú, llevaba ocho meses de embarazo en este lugar extraño. Mi matrimonio con Mateo era un puente entre el viejo di
Esperanza, la mayor, me cuidaba como una hermana. Soledad era lista y ambiciosa. Luz so
Su ropa estaba desordenada y o
ivales... me tend
sonaba
na reunión, intent
abultado. No le creí del todo, pero el código
cesitas,
n las cuatro criadas que estaban de pie,
purgar el
omo si fuera un
ti, en tu estado. Es p
dirigió a
s me ayu
pregunta, f
iedo en sus ojos era más fuerte que cualquier lealtad. Soledad y Luz incluso
se acostó con m
bres de Mateo y su madre,
re tan con
esgar a su espo
der, se sacrifica
ra un veneno mucho más potente que cualquiera que Mateo pudiera haber inventado. Me senté e