lanto. Yo no pegué ojo. Me senté en la oscuridad, escuchando el zumbido de la vieja
de la casa era un recordatorio de lo que habíamos perd
entana de la cocina. No traía esperanza, sol
ovimientos eran r
. La abrí. Dentro, un fajo de billetes arrugados. Quinientos dólares. El dinero pat
ertando con una mirada de pánico que rápidame
So
e. Mi voz era pl
ró sin c
e con R
on de par en par. El pánico
No tenemos nada. ¿Qué vas a hacer?
ño. La vieja cicatriz en mis nudill
a rogarl
inientos dólar
tenemos. Llévame
tado. Vio algo en mis ojos, algo que no había vis
ego se levantó de l
susurró. "Est