odega que construí con mis manos y m
, el inmigrante boliviano, el "arribista" que tu
e detuvo ab
r de juventud, Álvaro, con una mano protect
ruel anunció mi divorcio y mi despido inmediato, declara
desprecio fueron un veneno, a
os, y Álvaro, su cómplice, reveló que yo nunca tuve un
catado y ayudado, desviaron la mirada,
tuve una calma gélida; esta humillació
ivorcio, una renuncia total a todo, asegu
una caligrafía firme y clara, firmé
lviéndole la carpeta
no me
iarca de los Mendoza, quien me observaba con
oz resonó clara y fuerte: "Padre, creo