espacio que había decorado con tanto
tando su tacañería, sus humillaciones, su control. Pensaba
ropa, mis libros, mis bocetos. Cada objeto era un
o ni para el boleto de autobús. Y no podía soportar la idea de
compartíamos, una carpeta de
a
dos personas en un hotel de ultra lujo. Cien mil
er. Doscientos cincuenta mil pesos. El dest
ago se r
a que ya no usaba. La encendí. Estaba abiert
sma tarde, justo después de
oficina a arrodillárseme por 20 mil pesos. ¡Qué oso! Dijo
Esa ya te agarró de su
ueba. Siete años y todavía no sé si me quiere a mí o a mi diner
". Así me llamaba. Así se burlaba de mí. El dolor por la
la puerta se a
la tablet en la mano
Anda, guarda tus cosas. Sabe
e una amiga por una noche,
le mostré la pant
risa s
husmeando en
a que tenía. "Ya lo sé todo, Mateo. El Rolex
. Una ris
Y lo de Sofía, solo somos
e murió,
sonó
ue no tenía 20 mil peso
. Pero su arroganc
es mi culpa. Yo no tengo por qué
í mi
. Es mía. Por haber perdido s
ar atrás. Él gritaba mi nombr