el cruel Ricardo, y yo, Carmen, lo veía
recluida aquí por la fuerza con
sa de Lucía, esa que usa
oda se desplomó: una mujer irrumpi
n a mi hermana a su finca para "educarla", mi
rostros grises y el alma rota, vinieron con la
imas, reveló la brutal verdad: ¡torturada! Cos
es, fue brutalmente golpeado, s
la "loca" encerrada
quí no era más que justicia; un i
mago se expandía, convirtiéndose e
rueldad y su vile
truir lo único bue
l era solo una máscara, una
ue había dormido por tanto
i alta sobre el escritorio que acababa
que ellos se negaron a dar a mi hermana, Carmen
nadie me