a Vega era un pacto perfecto, una fusión inquebra
el poder y, por mi parte, una creenc
mitió a su joven becaria, Valentina, ocupar mi lu
pero apareció orgullosamente en la muñeca de Valent
tente, Isabel, y se mudó de casa, mostrándola púb
e nuestro exclusivo círculo, l
a por la comprensión de que Alejandro me usaba para proyectar su p
ón; solo quedaba la certeza de que habí
lancé la bomba de un 'embarazo' con una cronología estratégica,
le entregué los papeles del divorcio, cuidados
ependiente, Alejandro descubrió en un reencuentro casual que el hijo
total y sereno: mi futuro, por fin, era solo mío, libre