ntenso. Mateo Vargas sentía el calor en su piel, una caricia familiar. Llev
as vinos que contaban historias. Ella era el cerebro, la heredera pragmática que maneja
dora, más frágil. Estaba casada con Javier, el gerente de la
la traged
a suya, un sueño. Conducía por una carretera de montaña, estrecha y peligrosa.
ntrada de la finca. Mateo corrió a recibirla, per
la familia Montoya, una pieza que las gemelas a
oz rota, apenas un susurro. "
había una explicación. Su Sofía, su vida, se había ido. El shock fue tan brutal que
fueron un borrón de dolo
encontraron a tiempo, le hicieron un lavado de
scando el silencio bajo la corriente. Un pescador lo sacó, m
. Su coche quedó destrozado, pero él sobrevivió con apenas unos
a muerta. Un amor tan grande que no podía vivir sin ella. Nadie lo corrigió. Y él se