a una reina, construyendo un tablao privado en nuestra mansión y colmándome de lujos.
adas llamadas a Alejandro fueron ignoradas, solo para que una foto desde París confirma
el, un peón en su obsesión, incluso mi embarazo era parte de su juego para engendrar un heredero que ll
l darme cuenta de que viví en una jaula dorada, utilizada como un mero sustituto, un objeto
n marcha mi plan. Terminé el embarazo en secreto, y el día de su sacrificio final por Isabel, le entregué los papele