supremo. Su cuerpo protestaba, pero su mente estaba clara como el agua de un manantial. Salió de l
Tengo tanto miedo, creo que se va a caer
ena de una preocupació
para allá. No te muevas, no
chó todo desd
su voz era una mezcla d
donarte sangre, se desmayó! ¡Está débil! ¿No p
i siquier
más. Sofía es fue
ue habría helado la sangre al más valiente. Ella asintió para sí misma, una amarga confirmación de lo que
res, mensajes insulsos. Sofía los ignoraba. Se concentró en recuperar
izo acto de presencia. Lucía culpable, pero
sus nervios. Pero ya estoy aquí. Y te tengo otra sorpresa. Una aún
miró con
la volverá a desmayars
ado por su tono, pero lo a
o. Esta vez será pe
a habitación donde había empacado sus cosas. La bolsa de basura con sus recuerd
. La condujo, no sin cierta pompa, hacia un mirador espectacular en la Barranca de Huentitán. El lugar estaba discretam
r, el teléfono de Ricardo sonó. Era Isabe
¡Unos hombres me subieron a una camio
o pali
e estás? ¿Pu
cerca de la barranca... ¡Date
un rastreador
en una procesadora de
co por los caminos sinuosos. Sofía se golpeó la cabeza contra la ventanilla
con el rostro desencajado por la rabia, sostenía a Isabe
ida con tus trampas y las intrigas de esta
ritaba, una actuació
os, su voz sorprendente
Ella es mi ex. Una aventura pasajera. La mujer
cena desde el asiento del copiloto, a
abella, luego al auto. La codicia y la desesperación brillaro
e detrás de unos bidones, y se dirigió hacia el auto. Abrió la puer
s a ver cuánto amas a tu ve
orde de un terraplén q
itó, pero
guren a Isa! ¡Que
rla, ignorándola a ella por completo. El secuestrador, enfurecido por el engaño, la empujó. Sofía cayó por el te
la voz de Ricardo a lo
! ¡Que no vuelva a acer
la os