o de Carmen con una devoción
solo se encontraba en una tienda al otro lado d
de una pastelería de París,
ban una atención y un deseo de com
cíos, la finca de jazmines, el via
detalles cotidianos,
ntiéndome cada vez más una ex
l la amaba a ella, a su manera re
do un contrato,
después de dar un largo pa
habitación est
contré a C
n el cajón de mi
is cosas más personales,
nía el broche de fi
que ya había int
Era lo único que me unía a
jo, con una mueca de asco. "Pen
mí, su mirad
. Pídeme perdón. Quizás, so
pero el miedo por el
mitir que lo
, es lo único que
ó, su voz un susurro
n su mano, luego
ignidad hecha jirone
o, humillad
rogué, la v
ó, una sonri
sufic
ido, lanzó el broche co
ajo de filigrana
o ahogado escap
recoger los ped
Ricardo entró e
erpiente, se echó al suel
sabella me ha empuja
su rostro una m
ios has hec
ue había sido un accidente, q
a Carmen, su "víct
na baratija eres cap
neo, implacable. Creía
volvió a gr
bres corpulent
a. Y esta vez, asegúrense de qu
de nuevo, sin c
ás fría, más húmeda
, con el eco de las acusaciones
Traición. De
calaba hast
mblaba incon
humedad, y el olor a
quizás los días. Perd
e. Me acurruqué en un rincón, in
ro sobre todo, un dol
otos del broche de mi abuela
dóname. Tenía que haberte escuchad
as: "La dignidad n
or un puñado de billetes
Veía el rostro de mi
a risa crue
recio en la mi
a y otra vez, como una let
me invadió. Un frío
pados p
sabía si estaba despierta o so
scuridad se v