LE
iedad, hombres que solo hablaban de inversiones, monedas extranjeras y, sobre todo, de mujeres como si fueran objetos. Sus risa
o caminando por el pasillo. Su porte altivo seguía intacto, pero había algo en su expresión... se a
: Marcelo. Mi nuevo jefe, mi supuesto acompañante de la noche, caminaba con un
olió. No tenía derecho a sentirme así, pero lo hacía. Respiré ho
na sonrisa radiante, levantando una mano para saludarme. Con es
con ese tono despreocupad
s segundos, eligien
o que estabas ocupado
n niño que acaba de hacer una travesura
i exesposa está completa
echaba era cierto: había estado hablando con ella. Y por más
ho por ti. Después de todo, es
omé una copa de vino, vac
ato. Te pagaré el monto completo, como acordamos, pero
tomaron por sorpresa. Fruncí el ceño
que tus intenci
-preguntó, notando
yo para opinar sobre lo que q
ar sintiendo. Para él, lo importante era el triunfo de su plan: hacer que su exmujer sintiera celos. Pero qué ingenuo era... si
lla. Y en esos momentos, yo volvía a convertirme en su juguete. Me acariciaba la espalda, me deposi
rgarme sin mirar atrás. Pero necesitaba el dinero. As
. dos trag
da vez más evidente. Se comportaba como si solo estuvi
ero un mareo me sacudió. El alcohol ya estab
i voz sonó arrastrada-
eron con sorpresa y, por primera vez en toda la noche, mostró un
¿Quieres que
ramente. Pero, aunque mi cuerpo traicionara mi estabilidad,
riedad. Pero por dentro... me estaba muriendo. El estómago me daba vuelcos, un as
as alcancé a agacharme antes de que todo el alcohol que había ingerido saliera de golpe. Las náuseas se
a vueltas, como si estuviera en caída libre dentro de un sueño sin fondo. No podía ser
RC
arse, y mientras lo hacía, ella me miraba. Sus ojos eran puñales que se hundían en lo
de irnos, pero cuando miré hacia su silla, estaba vacía. Fue entonces cu
é a uno de los invitados cercan
baños, y al llegar, encontré a un par de mujeres en la puert
rpo. Valeria estaba en el suelo, apoyada contra la pared, con la ro
pasado? -susurré, más
spalda me sacaro
esa "solidaridad de género" de la que tanto hablan? Ven a
mana? -preguntó una de
emente me agaché junto a Valeria y l
Valeria, ¿
lcohol que salió de su boca me hizo sonreír con cierta ter
pasó? -murmuró, trat
n suavidad, pasando un brazo por su espalda para ayudarl
asos torpes. La saqué por la puerta trasera, evitando así los murmullos de los invitados y, sob
asta mi mansión, lo único que pude hacer fue acariciar su mejilla con suavidad. Me invadió una sensación de culpa; yo la había arrastr
. Se veía tan frágil, tan vulnerable... Tan solo tenía 21 años. No podía permitir que esto volviera a ocur
ún punto de la noche, el agotamiento me venció y también