img El CEO infértil y su Esposa millonaria.  /  Capítulo 5 La voluntad de los fuertes. | 23.81%
Instalar App
Historia

Capítulo 5 La voluntad de los fuertes.

Palabras:1103    |    Actualizado en: 09/06/2025

ítu

ad de los

pero poderosa. Como si el tiempo, por fin, h

omenzaba a florecer. No con la prepotencia de los que vencen por

parte de e

tud, los controles médicos revisados cada hora, la infusión con la dosis precisa y una prese

ser atendida por cu

oz, su mirada clara, sus manos que sabían leer un cuerpo

tras la doctora le acomodaba los cojines-. Pero con u

o que defender -respon

parece una

arece...

na risa que le i

Tú ya eres libre. Y ni si

idad, memoria. A veces hablaban de libros. Otras, de errores. Yessica escuchaba con atención y, sin darse cuenta

día ser dada de alta, la noticia se celebró con cautela. C

uir en el proceso de recuperación domiciliaria y quien, por protocolo, su

llas para los turnos rotativos -

levantó la man

N

ca pa

erd

nadie más. Te

silencio, como si no hu

Connor

or mi nombre. Ademas... No quiero ni una ni dos ni cinco enfermeras. Te

ar. Le incomodaba hablar de

es el dinero lo que me

o te ofrezco el doble. No, el triple. No habrá horario estricto. Tendrás libertad de movimiento, y todas las condicio

s de ella. Margaret ya lo sabía todo. Su historial académico, su desempeño impe

rmuró-. Pero usted tampoco n

garet, casi suplicando-. Porque n

silencio

l dinero. Ni siquiera por la responsabilidad médica. Sino por algo mucho más pro

Lo necesario para estabilizarla, y nada de pagos espe

e era una victoria más gr

go apretado. Porque si bien había aceptado, no podía ignor

ot C

techo con él por catorce días era una mezcla de

o a sí misma. "Soy una pro

s se desmoronaro

a mano y su porte imponente eclipsando la luz del pasillo. Ell

aceptaste cuidar de

ada palabra llevara una dosis exact

-respondió Yessica,

rme. Se detuvo a menos de un metro.

o apr

seco de esa frase. Pero

obarlo. Es su ab

estés ahí. No necesito tus cuidados. Puedo c

Más ajeno. Má

aje era

cho se contraía, pero no

por ella. Por la decisión de Margaret, si us

o. Despiadado. Luego asintió co

sos rápidos. Pero cada zancada era un grito ahogado. Un impulso por ll

el pasillo. Se apoyó en

ró. Pero

hubiera roto algo que había logrado m

manas -se dijo-. S

condena. Porque a veces, el corazón no sang

estaba aún

a... era que Elliot ya había

o había dormido una sola noc

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY