tonos ocres y rojizos, y el aire olía a madera quemada y sopa caliente. Adelia pasaba más horas en la biblioteca
mágicos ahora resistían ataques simulados sin debilitarse, y podía levitar objetos del tamaño de
bro polvoriento con la encuadernación en cuero azul-. Hay un eco en ti... como una reliq
lla, sentada en el suelo con un
están donde creías. Podrías e
nios, seres anteriores a los reinos modernos, que caminaban entre mundos,
der? -preguntó con la v
bes conocerlo. El conocimient
rado, donde los antiguos magos sellaban cristales con recuerdos y visiones. Allí,
énlo -le dijo-. Déjalo
ado como la luna, luchando contra un demonio de fuego en un campo de batalla desolado. Con un
ó el crista
ién
supiera más de lo que decía-. Pero es parte de tu linaje. Y si esa visión
en sus palmas hasta que el calor era tan puro que podía derretir piedra. Aprendió a abrir portales entre puntos cercanos. Polo
ur, seguido por una oleada de energía oscura. Corrió hacia la colina y vio una nube de sombras m
entras corría de
stón en alto y un grimorio a
dar. No pode
os al
protegid
talla era un caos: soldados lobo luchaban contra demonios con garras negras y ojos ígneos. En medio
lo,
e otro ataque. Con un movimiento fluido, alzó a tres demonios en el aire
nto al herido. Tenía el rostro cubierto de barro y sangre, pero aún así sus
rró antes de perd
n calor. Era diferente a todo lo que había senti
á pasando
do y al ver al her
Supremo. Si él ha caíd
quí. Lo matarán si r
lo llevare
, y al tocar su mano para estabilizar su energía, una chispa los conectó. Ella supo,
aba más que cu