LE
or la brisa matutina que acariciaba mi rostro, sino porque Cris parecía animada. Su negocio iba bien; tenía muchos clientes este día, y eso la hacía sonreír. Verla así me reconfortaba. Trabajamos a buen ritmo, entregando pedidos con eficiencia.
ntras nos sentábamos en una banca cercan
uy bien aquí. Pero trabajar
con convicción-. No te preocup
itud-. Me has ayudado mucho
ormo con eso -aseguré-
an precisamente lo que me gustaba-, terminé aceptando para que no que no se sintiera mal. Mientras ella preparaba los panecillos de mantequilla, me quedé observándola. Sus ojeras delataban el cansancio acumulado, y el pequeño gorro sobre su cabeza apenas disimulaba el cabello
que esperábamos. Cris, en un gesto generoso, intentó d
necesitas -le dije-.
-preguntó con un
es, nena. Me conformo
gracias. Por s
eguré que me movería por mi cuenta. Le pedí la dirección y nos despedimos con un "nos vemos pronto". Ajusté mi bolso y antes de irme compré unos de los tratamiento para mi abuela. Tomé el metro en plena hora pico. A mi alrededor, la ciudad bullía con su rut
e recibió. Mi abuela estaba en la cocin
o, cariño -dijo con
la. Graci
ha ido e
o en la despensa y me acerqué p
, pero no quise aceptarlo. Quizás ella ta
sintió con
veces hay que hac
ias,
iento y, tras unos segun
otro trabajo? Te veía
va y desvié
caciones, pero pronto v
descubriera que durante estos meses había estado trabajando en un club nocturno? Igual sucedió en Manhattan, no logre conseguir un buen trabajo, por lo que baila con una mascara puesta y ahi conoci a Gerardo un buen amigo. Sin
ermití recordar todo lo que había vivido en el último año. Las noches de trabajo en vela, cansada. Esas llamadas de amenaza. Pero más allá
tenía las respuestas que tanto anhelaba. No descansaría hasta encontrarlas, haría lo que fuera por viajar a bus