de la familia Bar
os giraban copas de champán mientras intercambiaban cortesías. Y en la entrad
sfixiante ático del tercer piso, B
niendo un sobre en su mano. Lo dejó suavemente frente a la c
de nuestra familia: cuidar de otra persona no supone una carga. Si me preguntas, deberías quedarte; tu madre y yo te trataremos igual que antes. Pero si estás decidida a irte, no te detendré. P
tenía más de mil dólares. Sin un atisbo de duda, lo empujó de vuelta hacia Alec y respo
e hacerla quedarse. ¿Intentaba convencerla de que no
hija que Ruby Barrett había perdido, una niña que se robaron del hospital el mismo día que nació. Sumida en un
. Se pasó su infancia usando ropa de descuento, apenas sobreviviendo con l
Hasta los bocetos casuales de la joven superaban a los de profesi
la escuela y la convirtió en su recurso secreto, manteniéndola confinada
trado a los círculos de élite de Shirie, ni habrían tenido los recursos para realizar la lujosa fiesta
rían mantener a Brenna. De hecho, estaban ansiosos por s
mismo. Además, viven en un pueblo rascuache, luchando por llegar a fin de mes. Por lo tanto, no pueden permitirse el gusto de venir a recogerte. En cambio, tú has vivido aquí cómodamente, dándot
l sobre de su bolsa y colocándolo en
ija biológica de Alec y Ruby, deslizaba algo e
ochila negra al hombro y bajó las es
rme una sola palabra de agradecimiento antes de dejarme? ¡La gente como ella está destinada a terminar men
s normal que no tenga los modales adecuados. Ahora está dejando una vida de comodidades y... tendrá suerte si no pasa hambre, por lo que es comprensibl
o se lo merece", replicó Ruby, con el ceño fru
nna me ha tratado bien. Esta podría ser la última vez que nos v
nía en su mano y añadió con un brillo en los ojo
a seguir a Brenna; sus pad
y dulce, mientras se le acercaba. "¿Te vas tan rá
a y roja. Adentro había una pulsera de jade blanco, cuya superf
ió la buena calidad de la pulsera y est
te con ella", respo
ara salir de una emergencia. Podría serte útil algún día", insistió la inalterada Isabella, mientras empujaba l
rmando: "¡Señorita Barrett, malas noticias! ¡El collar de c