img El heredero que nunca olvidé  /  Capítulo 5 La mujer que murió en el aire | 100.00%
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Historia

Capítulo 5 La mujer que murió en el aire

Palabras:1242    |    Actualizado en: Hoy, a las 09:34

da sobre los hombros y las piernas envueltas en una manta. Tenía el cabello húmedo, sin peinar, y el rostro aún marcado por la palidez

mpañó del hospital a casa, solo la miraba con la mezcla exacta de respeto, cuidado y ese afecto silencioso q

iversidad, pensé que me ibas a pedir ayuda con las es

nrió déb

reír de mí por llevar ese su

o tibio lo

r estar -su

estar -respondi

Había dejado de llorar desde que escuchó ese pequeño corazón latien

y a hace

on calma, y se

vez... bien. Esta vez sin vo

lo miró, c

quiere

ó frente a ella, sobre la mesa baja. La abrió. Docume

irme-. Si quieres proteger a tu hijo, necesitas desaparecer del mapa.

quedó

hablando

e hacer. No va a perdonarte que hayas ocultado que el bebé vivió. Ni ella -dij

a bajó l

tuvo que ver co

fue demasiado oportuno, demasiado específico. Querían hacer daño s

a cerró

voz anónima diciendo "No hagas preguntas, solo

los papeles con el nombre n

s su

cía que no podías volver a esa vida. Me moví con contactos. Amistades del pasado. Es legal

cife, criada en São Paulo, nacionalizada portuguesa.

tiene pasado -dijo Va

-replicó Tomás

ragó s

ú? ¿T

n una mezcla de

Pero si me dejas quedarme... Cl

vez. Lleno de promesas que no hacían falta

piró hondo. C

dame a enterra

tomó de

olo existe Cl

con fuerza

a poder salvar a su hijo. Y en su lugar, nació otra. Una que no

on una mezcla de vértigo y alivio cuando firmó el formulario en la pequeña oficin

Paulo en un vuelo sin escalas. Pero Clara nunca subiría a ese avión. En el último momento, justo antes de cruzar migración, entregó su pasaporte a un emple

el Atlántico, a pocos kilómetros de la costa marroquí. Falla t

orre de

jandro lo ignoró al principio, concentrado en los informes de expansión de la filial europea. Pe

¿

ticias. El vuelo 317 de Lisboa a Sã

abrió en s

Qu

len

go sil

ás se

asajeros. Su nombre está a

ro la imagen de Valentina -la última vez que la vio, de espaldas, firmando sin titubear los pa

o simplemente la imposibilidad de

mirando por la ventana, sin

a con mur

mientras un asistente le probaba un

RASIL, SIN SOBREVIVIENTES. ENTRE LOS P

evantó de su asiento y c

señora? -pregu

estoy... m

mpagne. En público, lloró unas lágrimas falsas por "la pobre mujer que fue algu

rincón

da en el sofá con las piernas cruzadas, una mano en s

ura de esto

ar la vista de la pantalla apagada-. Ahora sí...

. existes má

z en días. No era una sonr

or mí. Por este bebé.

Adentro, una mujer renacía entre

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