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s distinguía. A veces, la línea entre lo real y lo imaginario se desvanecía, dejándome
. Me esforcé por enfocar la vista, pero comprendí que no era el mundo el que estaba desenfocado, sino mi mente. Los recuerdos de
ue a contactar inmediatamente luego de te
do yo al final como un simple punto y coma en su historia. Sin quererlo, me encontraba comparándome con ellos, preguntá
isma por permitir que estas inseguridades me consumieran, y que de seguro, fueran las que terminaron con la relación. Trataba de aferrarme a las palabras de aliento que la ge
ontando hasta cuatro, mantener contando hasta seis, exhalar contando hasta siete. Repetí el ejercicio varias veces, buscando un ancla que
en su propia rutina. Observé los rostros anónimos, interrogándome si detrás de alguna de esas expresiones neutrales se ocultaba un to
ue sensación más placentera para alguien de tauro como yo. El murmullo de las conversaciones ajenas creaba u
escuchar fragmentos de su conversación. "Siempre "Los sentimientos no son tus enemigos; son indicadores de lo que ocurre dentro