lo 1:
agua con las manos juntas y se mojó la cara en un intento por espantar el cansancio. Se quitó el delantal y guardó en su mochila. Era el día de su cumpleaños número veinte y en vez de estar ce
sala desordenada, los platos sucios que se apilaban en la cocina, y Alfred, su padrastro, echad
e que estaba recostada en la cama, sus ojos estaban cerrados y su expresión era de calma, Nayara la contempló por un momento, todavía no se adaptaba a la idea de verla así, hacía poco tiempo su
un detalle la alarmó: quedaba solo una dosis, suficiente para
equeña caja de metal, ahí guardaba sus ahorros, pero al abrirla su corazón se encogió; estaba vacía. El dine
enta y se plantó frente a Alfred, que n
gió con voz temblorosa, trat
n y frunció el ceño, como si estuviera
las? -replic
ara las medicinas de mamá! -gritó Nayara,
bo a su cerveza a
ara comprar comida
igerador! -replicó Naya
-rió con desdén-. Tuve
ndamente, intentando
icinas de mi mamá, Alfred. ¿Có
engo eso cubierto. Mi
ió el ceño,
Pero si n
ncente-. Mira, si quieres el dinero, ve tú misma. Aquí está la dire
mbre: "Il Fiore d'Oro", un bar restaurante de as
no vas tú?
ngiendo tos-. Además, no vayas así. Arréglate un poco. Es
ue acentuaba su figura. Frente al espejo, acomodó su cabello castaño oscuro, que caía en ondas suaves sobre sus hombros. Sus ojos verdes, rodeados de ojeras por el cansa
lanzó una últi
l dinero de mi mamá,
ó una carca
niña. No hagas
, sin notar que Alfred levantaba el
a en camino -dijo c
ió la voz al otro lado de la línea-.
s bonita, joven y, lo más importante
ientras Nayara caminaba hacia "Il Fiore d'Oro", i