A
sador que me consume desde el interior. No puedo entender cómo esta mujer, una extranjera insolente, osa rechazarme y salir impune. Cada vez que me enfrenta, q
ojos, hace que mi sangre hierva. ¿Cómo puede vestirse de esa manera y esperar no llamar la atención? Es como si quisiera provocarme,
is pensamientos. Karim entra con la cabeza inclinada, como
alzar la vista del suelo-. La concubin
presencia por más tiempo. Necesito descargar esta frustración, este deseo incontrolable que Clara ha despertado en mí.
plicantes, sus cuerpos deseosos, todo en ellas me invita a tomarlas, a usarlas como tantas veces lo he hecho. Pero no hoy. No son ellas las que quiero. He
, con una reverencia más
siempre cumplo sus órdenes -dice, señalando ha
nte, me hace imaginar a Clara. Pero solo es eso, una ilusión pasajera. Sus ojos no tienen la misma
a Karim, sin apartar
insoportable. No es Clara, pero servirá. Al menos aliviará parte d
es en su cabello, ese detalle que me permite fingir, aunque sea por un momento, que la boca que estoy profanando es la de Clara. Mis manos se aferran a su cabeza, controlando el ritmo
es un maldito d
nico que queda es un vacío. Ni siquiera este acto ha logrado apagar el
pague por tus servicio
ustaría q
rostro solo me recuerda lo lejos que está de ser la mujer
o también del Harén, ignorando las insinuaciones de las demás concubinas. Hoy, ninguna de ellas m
mío me persigue, una fantasía tan vívida que casi puedo sentirla. Es una obsesión enfermiza, lo sé, pero no puedo detenerla. Todo en
ΩΩΩΩΩ
está lleno de polvo y escombros, pero sé que cuando esté terminado será impresionan
resalta cada curva de su figura. La falda es corta, lo justo para dejar al descubierto sus piernas largas y perfectas, realz
anterior. Como si no hubiéramos estado a punto de besarnos. Su frialdad me irrita, pero tambi
l desorden. Estoy demasiado concentrado en Clara, en la forma en que su cuerpo se mueve frente a mí, en cómo su tras
el silencio, inca
onde, sorteando algunos
acerco a ella como un depredador que acecha a su presa. Clara me mira con los mismos ojos des
ren su cuerpo. Los dos primeros botones de su camisa están sueltos, dejándome ver sus pechos
tar la falda, la otra aferrándose a su cuello, reclamándola, poseyéndola. Pero ella no es una presa fácil. Con
atrev
r. Aprovecha mi distracción para escapar, su figura desapareciendo rápidamente hacia la salida. La e
grita mientras se mete en su co
i sangre hierve. Nad