es cada vez se escuchaban más cerca y nadie contestaba al otro lado del teléfono, Beian v
la estaba tiesa, cómo si estuviera desbloqueando un recuerdo y eso era justo lo que ella estaba haciend
id miro a los ojos a Beian y sabía que aunque ellas no quisieran se tenían que refugiar en
araron pero los golpes se hacían cada vez más fuertes cómo si se estuvieran acercando, cómo si estuvieran subiendo, llegaron hasta
do hacia abajo, empezaron a golpear la puerta de la
caído en la realidad y que la adrenalina no estaba sirviendo asi que agarro Beian por la mano y saltó junto a ella hacia el vacío del segundo piso, ambas cerraron los ojos esperando la caída pero inesperadamente sintieron que algo las agarraba, ambas abrieron los ojos con miedo y para sorpres
ño d
rto que compartimos. No sabía que había visto ahora en este pueblo pero al parecer está suficiente para que no hiciese caso a mis quejidos y armara su mochila, desde esa noche ninguna de las dos vivió en paz,había pasado un año y el cuerp
eñora de uno de los tantos pueblos, levantándome de la cama, recogí las pocas cosas que tenía
re, negué con la cabeza
ía perseguida por lo que fuera que estuviera esa noche en la casa. Ya no sabía distinguir que era real y que no, nunca supimos qué pasó esa noche, solo escuchamos gritos y golpes pero ¿Que en realidad nos hizo hacer esto? Es cómo si fuera una intuición. Beian dio el primer paso y salió de la habitación, yo fui detrás de ella, le ec
ba, pasar tiempo con personas cosa que nunca hacemos, por eso nos permitía recorrer cada instituto de cada pueblo que íbamos, ella era nostálgica, le gustaba recordar cómo vivíamos hace un año
ordar, para mí era distinto solo me había recordar cómo vivía antes de conocerlas, lo que tenía y lo que volví a perder por culpa...de la vida supongo, un golpe bajo de la vida. Caminamos rápido hasta el instituto, de reojo podía ver la gran son
fuera, algo a lo que me rehusaba completamente era hacer amigos o algo en los pueblo, no iba a tener contacto con esas personas d
aba quebrando Beian últimamente, nunca la vi así, en los primeros meses, con miedo, perseguida. Un empujón hacia delante me hizo mover ambas maletas, el dolor en el hombro que me habían golpeado, me giré hacia el causante apenada. -Lo siento no me di cuenta que
mil por el miedo, sus ojos eran naranja, trague saliva, el chico solo tenía el ceño fruncido cómo si estuviera confundido, aparte la vista de sus
ochila y velozmente sin despedirme, me perdí entre los alumnos hasta encontrar a Beian en un grupo de chicos, me acerque a ella, con el corazón el la boca -tenemos que irnos- le sus
os temblaban pero ya no era por el frío, era por esos chicos que había visto. Mientras más caminamos más pensaba en lo que acababa
eguntar cuando estábamos b
limité a decir, ella solo sonrió,