la mañana, pero fue la voz en el teléfo
-dijo una voz g
y aún el peso del sue
de Justicia de Highland Park. La hi
o se apoderó de mí, no podía creer lo que
ado los derechos s
esperanza se desmoro
mblaron al sujetar el teléfono
mi voz- ¿Quién está reclamando la prop
urgente que se presente mañana en el Juzgado Central de H
eléfono caer sobre la mesa, sint
leja, cubriendo con mis manos el rostro. Me
nado. Eran solo ecos, pero se sentían tan cercanos. Descalza, recorrí la casa, notando cómo el aire frío me envolvía. A la derec
rdido a mis padres en un terrible accidente automovilístico
las, Texas, que, aunque es un pequeño pueblo, es a su vez muy elegante y
, pero con una sensación de que algo
que queda de él. Recientemente, el banco ha presionado por la
bueno, ahí voy... haciendo lo mejor que puedo. Al menos es una forma de olvid
a mesa de noche, me pongo mi bolso negro, termino de arre
ria mansión Ford lo más rápido que pued
había acompañado estos últimos años en los que mi
ue ya eran, las grandes mansiones con enormes jardines le daban un tono al
ombre impreso "Highland"
bailaba y cantaba como si no hubiese un mañana, y me dirigí
por escuchar a los clientes. Algunos eran muy atentos y agradables, pe
nuevo de figura atlética, de cabello rubio; su tatuaje extravagante e
ome suavemente al darse cuenta de que
añera de trabajo, por la que había desarrollado un gran afect
emás de ser hermosa, también era muy amable, algo que es muy cierto ya que fui criada con una excelente educación dada la po
audible, algo que agradecí enormemente. Me acerqué al enorme y lu
mirarlo podía sentir su imponente presencia, su cabello
de tener muchos más. Vestía un traje negro que, aunque lujoso, parecía h
jer de cuello largo y cabello rojo que resaltaba en s
oco nerviosa por la apariencia de aquel sujeto,
da. ¿En qué puedo ayudarlos? ¿Desean tomar algo? -le
a mujer pelirroja con un tono arrogante y apar
n mí. Sus ojos, completamente negros y profundos, reflej
atrapó. Pasaron unos segundos solamente, pero sentí
n imponente como su aspecto, lo que le añ
el tiempo que estuvieron allí, no solicitaron más mi p
ugada se levantaron para irse. Yo fu
hermosa, pero él, él era enorme, de compl
caía sobre sus hombros, enmar
de su mano rozó la mía. Un terror recorrió mi cuerpo,
ara pensar en ese hombre misterioso.La madrugada pasó
iencia, marcada por la mala noche. El espejo reflejaba mi rostro cansado, una s
on una sonrisa compasiva de alguien que ha sufrido tanto como
do, pero logré llegar unos