sus hombros escotados pero elegante, de color blanco, estaba de pie frente al gran espejo de su habitación viéndose como toda una reina, había decidido que aunque no quería casarse con
on Álex Velázquez, y esos días habían sido un to
rla con una sonrisa temblorosa.
ertirse en su esposo, un hombre al que apenas conocía. Había oído mucho sobre él: su éxito, su fri
lina. Lucía respiró hondo mientras el auto avanzaba por la larga avenida llena de árboles que conducía a la entrada princi
l, donde la esperaba Álex. La sala estaba decorada con flores blancas, pétalos rosas y ve
estatura, cabello rubio perfectamente peinado y traje negro que realzaba su presencia. Sus ojos verde
lla. Cuando finalmente llegó al lado de Álex, él le ofreció una ligera inclinación de cabeza
situación. Él padre oficialmente comenzó a hablar, pero las palabras se mezclaban en la mente de Lucía. Solo podía pensar en lo ir
o quererte, Amarte, cuidarte y protegerte, respetarte y honrarte, en la riquez
, prometo ser tu compañera fiel, respetarte y honrarte, en la riqueza y
los declaró marido y mujer. Alejandro se inclinó para besarla en la mejilla
os jardines de la mansión, con músi
observando cómo los invitados celebraban y charlaban mie
ícil para ti", dijo, su voz suave pero firme. "Pero créeme, también lo es para mí. Tenemos mucho
bilidad detrás de su fachada impenetrable. "Yo también lo
aba. Al lado de Álex Velázquez, se enfrentaba a un futuro incierto, lleno de desafíos y, quizá