promis
cenar, pues desde que habían llegado no habían pedido nada del menú, solo tres copas de vino. Justo sentado al frente tengo Ryan Lermann, Vestía un esmoquin azul oscuro, tan perfectamente ajustado que cada línea y contorno parecían haber sido esculpidos a
algo del me
traída, sin prestar at
ue pidamos a
í la
lar contigo sobre nuestro compromiso -respondí con seguridad resonando
ego la copa de Vino que reposa s
ás bor
rme contigo -digo colocando el anillo sobre la mesa, al alcance de su mano dentro
asaré contigo. Estoy rom
ra y me levan
el pelo? -respondió
rusco, se gira y me
i muñeca de su agarre. Su mirada perdida, desencaja, pero su
ien más, verdad? -pregunt
arqueando
la confianza, la lealtad, el trabajo en equipo y el amor. Ninguna de esas cosas las tenemos tú y yo. ¿Acaso no te has dado cuenta? -Lo miré fijamente. -Además,
ianza y la lealtad son la base de una relación -Soltó una ca
¿O que no sé qué frecuentas burdeles casi todas las semanas? Eso sin contar las innumerables cosas que
cena en el restaurante cu
á todo bien aquí? -p
Aproveché para tomar la copa de vino y se la arrojé en la cara. Sentí cómo
lloso. ¡Buenas n
zaban majestuosamente desde el suelo hasta el techo, permitiendo que la luz natural inundara el espacio y se reflejara so
er
iales para la reunión que tendremos en breves momentos. Al entrar al ve
amabilidad. -¿Viol
í? No, no quiero hablar contigo -repliqu
ogó-. Sé que ayer estaba
erte ni hablar contigo. Y no estaba pasada de trago, estaba completamente sobr
as, pero ya veo que no. Eres una ego
. -Piensa lo que quieras, Ryan. Adiós -le dije, dándole la espa
Rainer, algo agitado, mientras las puertas del ascensor se ci
respondí, mirando mi teléf
er
sp
amada, imaginé que Ryan ya le había c
imbé
-contesto
miso de esa manera? -escupió furioso
il como Ryan. Si quieres, cásat
tirían en una de las más importantes del sur de EE. UU. Podrías expand
empresa que yo haré lo mismo con la mía. Ya estoy en conversaciones para expandirla a nivel internacional, así que, por favor, no me atorme
s marrones oscuros que reflejaban un profundo cansancio, piel blanca, Era casi de mi estatura, con una figura medio regordete, vestido con un traje negro impecable. Era el mejor asistente que había conseguido en años; siempre que necesitaba algo, él esta
al Monte Malakai, para hacer senderismo,
pañé? -respond
e acompañe
¿necesita algo m
ias -le sonreí, lo vi sali
o de madera negra que se ve imponente, Su superficie lisa y amplia, La computadora negra que reposa ante el escritorio, un cactus opuntia reposa a mi derecha, y justo detrás de mí
por firmar los coloco a un lado, observo el móvil y tengo un montón de