aría. Lo que no sabía: era qué tan jodida era la cosa. Tampoco
por lo cual esa clase no estaba contigo. Al llegar a los primeros peldaños del escalón, te pude ver: tenías puesto el uniforme de l
te habías ido, dejándome con la mano suspendida en el
a en las clases". Aunque desde pequeños, siempre había intentado tener la posibilidad de molestarme
ie de encuentro con las otras escuelas. Aquel suceso, me entusiasmó
antes: el entraría por esa puerta y tendría una de las clases con él. Aunque él s
an a la escuela. Suspiré, apoye mi rostro en mi mano izquierda. Aprovechaba
recía algo magnífico, una c
ojo. Se acercó a mí y me dijo,"¿En qué
hico que no fuera él. Incluso con mis dieciocho
. El camina de espaldas a mí, podría tener una vista magnífica de su trasero; Per