ítu
regale personas y
endas, te l
.
ras atrás, he recibido un llamado de parte de mi madre pidiéndome que nos encontremos cerca del centro comercial, luego de que el horario de clases acabase. Pero yo,
y sucios, donde los ventanales se encontraban quebrados y las paredes ralladas con spray. Incluso algunos pareciesen que en cualquier momento se caerían a pedazos. Tenía
iar? No, mi celular se encuentra apagado sin batería y ahora estaba
o estaba desolado, ninguna persona pasaba por este lugar, pero si se escuchaba
s casas por el simple hecho que es la única de la que no se escucha nada de gritos o risas dentro. Toco tres veces esta con mi mano echa un puño y espero unos pocos segundos hasta que esta se abre dejando ver a un hombre alto y mayor, con barba blanca y barrigón. Sus ojos estud
iendo a recorrer mi cuerpo alzando una ceja
celular - le respondo sin tartamudear manteniéndome serena - me pregunta
ue no demuestro. Fui criada por personas de una muy alta sociedad, mi
lular - resp
media sonrisa, con agradecimiento
mi brazo, no fue brusco, pero me asustó y gracias a ello
- respondió dando unos pasos atrás
s y ya estaba comenzando a desanimarme pensando en que ya él señor no vendría. El frio comenzaba a subir, el vapor salía de mi boca y nar
do buscar a otra persona que me ayudase y poder llamar a casa o a mi madre, la
argando la mano con un celula
tomé. Era un celular simple de botones que hace mucho
ntestó, solté un suspiro de lamento y marqué a mi madre, ella si respondi
steza apareció en mi rostro, el hombre lo notó - ¡Donde te metiste! Estamos hace más de una ho
me cuenta de que el hombre ahora no estaba solo, una pequeña niña de risos negros y de lind
stoy - le dije. - ¿p
isteza que estaba comenzando a sentir no era bonita, m
ó su celular para poder llamarte, el mío se
me co
hombre quien acariciaba la cabe
señor - él asiente tomando
quedo sola con la niña, sus ojos quedan plantados en los m
a que fue muy directa porque se llevó
iéndome a su altura. - muchas gr
como el cielo - me dice acercándome para
iciar la piel sua
o cr
o pegar un saltito con asombro al ve
raba con interrogación, haciendo lo mismo que los dos anteriores recor
ando la voz del hombre m
eguía con la voz seria y el mismo ceño fruncido con el que lo encontré. - espero no v
ico le pregunto tomando a la p
rdida, no la tomen e
mbre se fue a algún lugar en el segundo piso y la pequeña
nguno me dijo nada, el hombre volvió a bajar y salió, sin antes darme
e las dos de la mañana, el chico aún seguía ahí, solo que ahora jugaba con su