sa de su
a culpable por su partida apresurada. ¿Dónde estaría? ¿Estaría bien? ¿Cómo podría defenderse de este mundo, si rec
seguidamente a reuniones importantes, haciendo decaer su pequeña empresa de exportación no atray
ensaba para así fastidiada por la situación – Ya ni caso nos hace a mí y a su hijo
e provocaba a él, ya que desde un principio la despreció, pues su cara de inocente niña y su bell
enicienta, pues esta última era porque una vez que embobeció a su pad
e Zehra siempre permanecía sentado en el mismo sillón mirando a la nada, dijo e
edes seguir d
estes mujer
al por la partida de tu hija, pero también deberías pensar un poco en noso
a se fue, MI HIJA! ¡El único regalo y tesoro que su madre me dejó, se fue por mi cu
sulta que yo
l hombre estaban húmedos al decir estás palabras – ¡Y ahora ya no sé que hacer para obtener el perdón de mi hija! ¡¿Y pretendes que te de atención?! ¡Lo único que no dejaré de lado es a mi hijo, pero tu vida, ya me da igual! – caminó unos pasos hacia las
amile, la am
brazo –, que alegría me da verte, por f
el abrazo de Yamile – He teni
éntate, cuéntame
frente a su amiga, pero antes de contar como le ha i
madre? ¿
unas compras. Pero dime... – di
nte bien – expresó en
ir ¿es tan caprichosa
an así, la niña es muy d
pocos las niñeras en su ca
parece una persona incapaz de meterse con sus empleadas, se nota en su semblante que es alguien serio y de principios. El problem
anta! ¿Tan
ar una pequeña risa ante
s se sienten atraídas por él por dos cosas: primero, por su dinero, es un hombre poder
hado un ojo a tu patrón – dijo
ue me parece, no porque yo lo sienta a
bajar –, por esta vez diré que te creo. Pero dime – expresó cambian
mos. No se habla mucho
e pausa para luego continuar habland
reguntó confundida – ¿Por qué
un poco hacia ad
orrecto, después de
mirando con desconcierto a su amiga, luego
ás hablan
s de humano y tu padre obviamente se equivocó
egir a su querida esposa antes que a mí? ¿Crees que a estás altur
rta diciendo que estás bien, para que él se quede tranquilo ¿o acaso piensas
ami
iente. Tampoco es necesario decirle donde estás, sé que no quieres verlo todavía y lo comprendo – hizo una pausa y continuó hablando –: sé que cuando le envíes una carta tendrás que enviar el remitente y
ndo pensativa a su amiga, tal vez
erdo, lo