img La venganza implacable de la exesposa  /  Capítulo 4 | 40.00%
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Historia

Capítulo 4

Palabras:1349    |    Actualizado en: 19/12/2025

ista de Ji

ián. El hijo que me robó. El símbolo vivo y respirante de mi ruina. ¿Cómo podría mirarlo sin ver el pasado, sin sentir el dolor fantasma de cada pata

ra siempre en mi corazón. Ninguna cantidad de amor, ninguna medida de ins

Siempre. -Era una verdad conveniente, un escudo. Mi

erer discutir, suplicar, pero las palabras murieron en su garganta. Apretó la

s. Recogí las cosas de Isabel, los pocos juguetes y ropa gastados que poseíamos. Nos mudábamos. De nuevo.

o silencioso y condenatorio. Lo encontraría. Lo le

porque necesitaba que me vieran luchar. Por él. Por todos los que creyeron las mentiras. Pero encontrar trabajo era una broma cruel. Mi pasado, los

que sabía que él me encontraría

onda, el olor a grasa rancia pegado a mi ropa. Mis manos, una vez delicadas, hábiles para pasa

ietada, cuando la puerta trasera crujió al abrirse. Una sombra cayó sobre mí. No nece

o era tensa, teñida de in

gudo y familiar me atravesó el costado izquierdo, el recordatorio duradero de una paliz

que encontré perversamente satisfactorio, se

os? -dio un paso más cerca, sus ojos escudriñando mi rostro cansad

rgas noches, trabajando en dos, a veces tres, empleos de salario mínimo solo para comprar fórmula y pagar la renta. Recordé las miradas frías, los juicios susurrados. Recordé cada

la suya extendid

Pasé junto a él, mi cuerpo gritando en protesta, tratando de llegar al

débiles rastros de algo vagamente familiar de hace mucho tiempo- llenó mis sentidos. Era una calidez que anhelaba rec

. Recordé la última vez que me abrazó, no con ternur

del frío suelo de baldosas de esa mansión aislada, la que él había llamado nuestro "santu

observando, sus ojos brilland

Gerardo. Y sabe dem

a cuya familia ya está arruinada. -Se había reído entonces, un sonido escalofriante y triunfante-. Y además, ahora tenemos pruebas. Pruebas de que tu pad

l, entregada con la so

ndo de la policía, tratando de escapar de las acusaciones. Nos aseguramos de que la e

ropia mano debido a sus mentiras? Me había abalanzado sobre Kiara, un

o con mi abdomen. El dolor fue insoportable, abrasador. Me

rás a Kiara! -había gruñido, sus ojos ardiend

e buscaste esto", repetía, una y otra vez, como un mantra. Cuando el dolor se volvió insoportable, cuando sentí que la vida se me escapaba, solo entonces llamó para pedir atención médica.

r recuerdo. La mano de Gerardo estaba en mi frente. Mi cabe

ocupación. Sus ojos estaban muy abiertos, confun

errando a una muñeca vieja y gastada, su santuario. Accidentalmente había tirado un pequeño diario de cuero

ijándose en la elegante caligrafía, la escritura familiar. La escritura de su hermana. Lo reco

s ojos ardiendo con un dolor tan profundo que torció sus rasgos en una máscara de pura agonía. Soltó un sollozo ahogado, un sonido tan

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