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Historia
Demasiado tarde para el arrepentimiento del capo de la mafia

Demasiado tarde para el arrepentimiento del capo de la mafia

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1448    |    Actualizado en: Hoy, a las 13:12

nó el cielo de la Ciudad de México con drones que deletreab

n el muelle para correr con su

o su vientre con el texto: "Por fin

cima de todo. Yo solo era un lugar

. No lo

nicié el Proto

s papeles del divorcio y borré a

aba que el bebé de Sofía no era suyo -que había traiciona

de furia y gastó su fortuna ince

rio suizo de alta seguridad donde me e

a mí, demacrado

ó por lo que nos hi

e que una vez

, Luciano. ¿Pero el asesinato?

somos e

ítu

e vista

s dedos se aferraban con una fuerza mortal a un bolso de noche incrustado de cristales qu

s líneas rosas: el heredero que mi es

chable con un único borrador

iversari

paz, una hija de los Valverde intercambiada con el Patrón de Patrones. Esperaba un monstruo. En cambio, recibí

ermitido creer.

nte guapo en su esmoquin, las líneas afiladas de su mandíbula y la gracia depredadora de sus movimientos atraían to

la orquesta ahogaba sus voces. Creían que yo solo era la bonita e

aloa. Aprendí la jerga del negocio

rco, agitando su tequila añejo. "Sigue preguntando c

opa de champán con tanta fuerza que temí que

curo que normalmente me debilitaba las

su voz goteando un arrogante derecho de propiedad. "Fre

her

no. Mi propia hermana. La que me pedía prestada mi ropa, la que lloraba en mi hombro p

con una sonrisa lasciva en su rostro.

mi defensa. Parecía un hombre protegiendo un ju

es la Reina. Es la imagen que necesitamos. Sofía es... un capricho. Mantén a

pli

ños de coser sus heridas en medio de la noche con manos temblorosas. Siete años d

de champán. Sa

ánicos. Tenía que salir de esta habi

ros jefes. Me miraban con envidia. Veían los diamantes en mi cuello, el esposo poderos

tal. Caminé hasta la barandilla de piedra y miré la propiedad. Era una fortaleza. Gu

ló al tocar el plástico frí

o dijera ahora, estaría encantado. Me haría girar, me besaría y

iado por un padre que veía la lealtad como un

teléfono

n suicidio; cambiar una jaula por otra.

que había memor

o", su

lado era tranquila, estéril. El Pro

firme a pesar de las lágrimas que qu

ión de seguridad requiere un protocolo f

esito una extracció

laz

o se reía de algo que decía un senador, su mano descansando

ecesito tres días par

s horas. Esté lista. Una vez que pise ese

ir hace diez m

r el teléfono de

seda de mi vestido. Era doctora. Lidiaba con

ás de mí. El aire cambió

or

tes, se sentía como una manta cál

o cerca. Olía a colonia cara, a tabaco

fume d

vom

udriñando mi rostro. Era perceptivo. Era un depredador qu

. Fue la mejor ac

beza", mentí. "La mú

cabello suelto detrás de la oreja. Sus ded

ó. "¿Quién te molestó?

a era so

e. "Solo est

contra la barandilla. Su po

de", dijo, su voz bajando una

o espera

do la distancia que no podía ocultar

la oscuridad filtrándose

sé",

cabeza en el último segundo, así

agua", dije, escabu

sta, dejándolo s

gresiva habí

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