Mi Esposo Paralitico

pudiera volver real lo que aún no lograba procesar. Estaba sola en la habitación que le habían asignad

nvitados. No hubo música. Tampoco

enos, hub

blanco que ya no tenía sentido. Sin pensar más, comenzó a desabotonárselo. ¿Por qué lo usé? se preguntó, molesta. No

felpa blanca y caminó hacia el baño. El vapor aún flotaba en el aire; el agua

agua aún goteaba en la tina, que escu

con la toalla bien

o v

ane. Su esposo. El hombre con quien se había casado solo por deber. Su primera vez vién

.. esto er

superaba t

e. Su nariz recta le daba un aire regio, mientras que su postura erguida, pese a la silla de r

ragó

le dirigía la mirada- como si sup

e alargó, pesado, tenso,

oalla contra su cue

a mezcla de ironía y tor

a e irme a la cama primero? ¿O deb

sa apenas perceptible se dibujó en sus labios, c

e él como si fue

, el herede

os por el miedo y el misterio. Decían que había nacido con una som

us padres en un accidente de

se lanzó por el balcón de la m

y promesas. Las tres, fallecidas. Una por enfermedad súbita, otra por

ane pesaba co

tía se lo propuso, cuando la idea de ayudar a su abuela enferma con los cost

e había preguntado. Y su

re cuya oscuridad parecía extende

. Quizás no la había escuchado. Se acercó un poco más, arrastrando los p

a

canismo silencioso, Eduard movió lentamente una ma

tuvo el

a, sintió que la observaba con un

con una voz grave, contenida, que parecía h

queriendo disimular el nudo

o a alguien como él. Ni

espondió Zoé

a, y aunque sus ojos no podían ver, algo en su rostro

temes a

cortó el air

ó cómo su piel se erizaba, pero se mantuvo firme.

clara, sin una pizca de temblor-. Salvaste

ve

pagar los tratamientos que ella jamás habría podido cost

en su rostro. Yo cumpliré mi promesa, pensó par

ún, pero acababa de casarse

. La tensión de las palabras no dicha

si imperceptible, ap

no era burla ni frialdad, sino un recono

pretó los labios y asintió con seguridad. No

año -respondió, co